martes, 3 de noviembre de 2009

 Nació en Francia, y era hija única de una familia de clase alta, aunque se rumoreaba que era bastarda, fruto del engaño de la madre con un príncipe ruso.
Tuvo una buena educación, además leía mucho, pero sobre todo se interesó por el arte, le fascinaba el arte decadente y el bohemio.
Estuvo varias veces prometida pero el matrimonio no le interesaba para nada, y se las arregló para quitar a sus pretendientes de en medio.
 Ella fue la niña mimada del lugar, conseguía todo lo que quería, bueno en la máxima medida posible de su tiempo. Sin embargo estaba contenta así.
Un día su madre se fugó con el ruso y su padre fue a buscarlos.Pasaron dos años niinguno volvió y fueron declarados muertos, con lo que Giselle heredó su fortuna. Vivió sola durante ese tiempo con su institutriz. No tiene instinto de supervivencia, nunca jamás ha tenido miedo de nada y hoy en día sigue igual.
 Pero eran tiempos de la Revolución Francesa, justo en medio del tiempo del Terror, cuando se asesinaba a todo aristócrata y el proletariado se echaba a la calle con las armas en la mano.
 Tardaron en detenerla porque se las arregló para embaucarlos con sus palabras. Además, era muy hermosa y los sans-culottes no querían acabar con aquella belleza.
 Pero se decidieron y la detuvieron, al igual que al resto de su familia (A sus padres no, nunca los encontraron)
 Los fueron ejecutándo, y al final sólo quedaron ella y un primo suyo, que fue asesinado el día antes del señalado para su ejecución...
 Aquella noche estaba Anette poniéndose nerviosa, pensando en cómo iba a salvarse, pensando en recurrir a métodos extremos, aunque por otra parte se planteaba sino sería mejor morir, porque si se salvaba no podría esperar a tener su antigua fortuna, se quedaría sola. Y pobre, que era peor todavía.
 Entonces escuchó un ruido raro y alzó la cabeza.
 Se acercó a la puerta de su celda y trató de asomar la cabeza, mirando hacia la dirección de donde precedía el ruido. Atisbó un sonido de succión y un gemido y se fijó mucho mucho, tratando de ver.
 Y lo logró. Por poco grita de espanto, ¡alguien le estaba chupando la sangre al prisionero! Y la que lo hacía no era otra que...¡su institutriz! Anette se sintió mareada. Vampiros, ¿cómo podía ser?
 Quizá estaba alucinando. Total, iba a morir.
 Pero aquello le resultaba sencillamente fascinante. La forma en la que le vio matar a aquel hombre le pareció...fascinante. 
 En su cabeza pasaron muchas imágenes, todas  con rapidez. Entonces tomó una decisión. Valía la pena al menos intentarlo...
-Eh, ¿puedes hacerme un favor?-susurró.
 La vampira alzó la cabeza y soltó a su víctima.
-Depende del favor.
-¿Puedes...convertirme en vampiro?
 La vampira la miró sorprendida. Remató a su víctima y se acercó a ella.
-¿Crees que convirtiéndote en vampiro te vas a librar de la muerte? Esto no es vida precisamente. No es sólo la juventud y la belleza eternas. La sed nos lleva a hacer cosas horribles. Además, no estoy segura de querer hacerlo... No puedo andar convirtiendo a la mitad de mi caza.
 -Por favor, le seré de ayuda.
-No me esperaba eso de usted, señorita Anette. Pensé que era...normal.
-Sé que me considera una niña mimada y lo siento mucho, pero, ¿qué otra salida me queda? No me va a quitar nada por arrebatarme la humanidad, total la voy a perder mañana. Le prometo que beberé sangre animal si es necesario. Además, signora, se está matando gente todos los días, ¿no le agradaría fastidiarles un poquito a los revolucionarios?
 La vampira la miró a los ojos unos segundos y luego dijo, sonriendo.
-Me gusta tu forma de pensar. Está bien, lo haré. Pero luego no me recrimines.
-Descuide.
-Espera aquí.
 La vampira se dedicó a matar al resto de los presos, como tenía pensado hacer y luego se las apañó para abrir la puerta de la celda.
-Súbete a mi espalda. Y luego cierra los ojos.
 La joven obedeció. Y antes de se diera cuenta se sintió volar.
 Cuando abrió los ojos estaba en el salón de su antigua casa, desbalijada por los sans-culottes.
 -Bueno, prepárate. 
 La vampira cogió su cabeza delicadamente, dejó su cuello al descubierto y...acercó los dientes a su cuello, para luego morderla.
 Anette gritó de dolor, y de sorpresa.
 Luego la vampira la soltó y la dejó encima de la mesa.
 -Me he asegurado de que nadie vaya a entrar aquí en varios días. Dentro de tres días se habrá completado el proceso. Estaré aquí para entonces.
 Y la dejó sola. 
 Anette se quedó quieta y esperó. 
 El dolor no tardó en llegar. 
 Pero nadie escuchó sus gritos
.
 El tiempo se le hizo infinito, pero finalmente acabó. Tras aquellas dolorosas oleadas finales se sintió libre de aquel maldito dolor.  Lo odiaba, pero, curiosamente lo olvidó enseguida al mirarse al espejo. Al ver su renovada belleza, su piel blanca, su rasgos afinados y su pelo rubio brillante.Y fueron sus ojos rojos y peligrosos lo que más le gustó, aquella expresión seductora y hambriente.
 Y hablando de hambre, se dijo, estoy sedienta.